Existe un abusivo consumo de sustancias dopantes en los centros fitness. Recientemente Parkinson y col. (2006) realizaron una encuesta a 500 usuarios recreativos sobre el consumo de esteroides anabólicos androgénicos (EAA), obteniendo registros poco alentadores y confirmando algunos aspectos ya encontrado anteriormente por Perry y sus colegas (2005).
Los motivos que incitan a probar las sustancias y métodos dopantes, han sido tradicionalmente de rendimiento. Pretendiendo según Rieu (1993) ayudar a la homeostasis (recuperarse antes, adaptaciones estructurales mayores y con más facilidad…) y favoreciendo el suministro energético (entrenando con más calidad, favoreciendo la quema de grasas, incitando la pérdida de agua…). Sin embargo, para los practicantes recreativos de ejercicio físico, pretenden otros objetivos, ganar masa muscular, perder peso, ganar fuerza (Özdemir y col., 2005), relajarse y calmarse sin ningún tipo de obligación deportiva.
Bajo esta perspectiva los EAA han cogido un excesivo protagonismo en los centros.
Los usuarios de anabólicos poseen asimilada la imagen corporal estereotipada del género masculino musculado. Por lo que el objetivo de su utilización es para conseguir ser más masculino, y con ello mejorar su autoestima.
Los efectos beneficiosos que pretende un usuario de EAA son los siguientes:
Existen múltiples efectos adversos producidos por la administración de esteroides anabólicos androgénicos.
Las instituciones más prestigiosas relacionadas con la actividad física, el deporte y la salud, rechazan el uso de anabolizantes NSCA, ACSM, NATA, WADA, COI, por los riesgos asociados para la salud.
En los centros fitness, los practicantes de actividad física para la salud deberían desestimar el hábito del consumo de esteroides anabolizante andrógenos, y adquirir unos hábitos naturales de nutrición, entrenamiento y descanso. Puesto que la filosofía fitness no requiere de un entrenamiento de intensidad tan elevada como para necesitar de los potenciadores de entrenamiento o recuperadores del mismo.