"Tradicionalmente el fútbol ha estado repleto de autoritarismo, donde a través del mando directo el entrenador se hacía fuerte, en muchos casos con ausencia de autoridad, la que da el conocimiento, y esto ocurría desde la iniciación hasta el alto rendimiento"(Horst Wein).
Del mismo modo la enseñanza y por ende la formación del pequeño era mecanicista, el entrenador ordenaba y el jugador acataba y ejecutaba las órdenes.
Nuestra idea, es crear la necesidad que el jugador reciba no-solo una formación práxica, sino también conceptual, de manera que el joven entienda lo que hace y no acate simplemente la orden del entrenador. Esto cobrará en el juego, vital importancia ya que estará expuesto a innumerables situaciones-problemas que deberá resolver rápida y eficientemente. Por lo tanto deberemos formar jugadores con capacidad de análisis, para leer rápidamente el juego y tomar la decisión más acertada, para después ejecutarla técnicamente en forma correcta.
Será función trascendental del "entrenador-formador", hacer pensar a sus alumnos
Por lo tanto los objetivos que nos plantearemos se basarán en la búsqueda del protagonismo del alumno-jugador. Desarrollaremos una metodología de enseñanza por y para el alumno-jugador, que pasará de ser un mero receptor a desempeñar un papel eminentemente activo en la selección y procesamiento de su propio aprendizaje. En otras palabras que el pequeño sepa lo que esté haciendo, y para ello deberá poseer la formación conceptual necesaria; lo que le permitirá interpretar correctamente las situaciones de juego en las cuales se encuentra mediante la información que reciba y que procese en forma interna, ejecutando las acciones que el crea más correctas.
Ante esta propuesta de trabajo cambiará el rol del entrenador, que pasará a cumplir el rol de mediador y ayudante, guiando al pequeño, y proponiéndole situaciones de juego y marcando los objetivos, pero dejando a los alumnos-jugadores muchas variables individuales y colectivas.
El principal aspecto metodológico del que hemos de partir es crear situaciones significativas para el alumno-jugador. Para ello resulta imprescindible el respeto por el desarrollo psicomotor del mismo. Ya que si planteamos situaciones por encima o por debajo de sus posibilidades, difícilmente podremos conseguir que este realice un análisis correcto de las situaciones que se produzcan en el juego, ya sea por falta de motivación (situación demasiado sencilla) o por imposibilidad (situación demasiado compleja).
Hecha esta aclaración que por obvia no deja de tener significativa importancia, avanzaremos con una serie de necesidades metodológicas.
Según Blázquez (1995, citador por Hernández Moreno, 2000):
Comprobamos la importancia del planteamiento de problemas, como el medio más efectivo para fomentar el análisis y la reflexión del alumno-jugador, por lo tanto no debemos caer en el error de darle situaciones solucionadas. Otro aspecto de suma importancia lo constituye la información que el entrenador-formador dará a sus alumnos-jugadores. En este sentido Bonnet (1983, citado por Hernández Moreno, 2000) critica el largo tiempo que dedican muchos profesores a la explicación y demostración de gestos técnicos, al respecto este autor nos dice: "El niño no progresa copiando el gesto demostrado o expuesto por el adulto, sino por la reorganización de su bagaje motor. El debutante no puede reproducir un modelo, únicamente reorganizar su vivencia en función de ese modelo, asimilándolo a sus esquemas anteriores".
Reiteramos la importancia de adaptarse al desarrollo evolutivo del niño y que este, a través de su experiencia, vaya reorganizando su información.
Recordemos lo que dice al respecto Whitmore: "Un futbolista recuerda después de tres meses solo un 10 % de lo que le ha hablado o instruido su técnico y un 32 % de lo que el entrenador le ha explicado; ahora si el jugador experimentó propiamente la misma situación con ayuda del técnico recuerda un 65 %".
Por último hemos de recomendar la utilización de métodos activos, como contraposición a aquellos tradicionales donde el criterio a seguir era primordialmente mecanicista y analítico, en estos el alumno era pasivo. Abogamos así por la adopción de metodologías basadas en la enseñanza mediante la búsqueda, como pueden ser el descubrimiento guiado, la resolución de problemas, etc. Del mismo modo defenderemos los métodos globales, que partan de situaciones de juego y no del tratamiento analítico de gestos o medios técnicos. Esto no significa que en momentos puntuales no se deba trabajar de forma más analítica para mejorar un error técnico.
En definitiva convertiremos al alumno-jugador en el centro del entrenamiento, siendo él el que nos indique, a través de su análisis y reflexión, las necesidades de nuestra intervención.
Las anteriores consideraciones concuerdan con la secuencia que propone:
1ª fase: juego global, dar algunas reglas y jugar inmediatamente.
2ª fase: parar después de unos minutos de juego, reunión y discusión entre los jugadores.
3ª fase: volver a la práctica del juego, aplicar las decisiones del grupo.
4ª fase: parar, explicación de las decisiones, los logros y los defectos.
5ª fase: el profesor propone juegos o modificaciones.
6ª fase: juego durante 15 ó 20 minutos más (Blázquez, 1986).
Conclusiones