¿Qué vachaché? Un poeta enfrentado a las corrientes sociales de la época
Enrique Santos Discépolo pagó el precio que tributa, en mayor o menor medida, todo innovador frente a una multitud aferrada empecinadamente a las costumbres
El tango Qué vachaché se estrenó en 1926 en el Uruguay y el público lo reprobó: respondió con indiferencia y silbidos. Al respecto, vale señalar que muchas personas desprecian cuanto ignoran, hasta que, con el paso del tiempo, toman conciencia de su pobre condición humana.
El autor, Enrique Santos Discépolo tuvo que pagar el precio que tributa, en mayor o menor medida, todo innovador frente a una multitud aferrada empecinadamente a las costumbres, tal como si ellas fueran nubes que envuelven la inteligencia y la sensibilidad de los individuos en visiones pequeñas.
Precisamente, Manuel Ugarte, el talentoso ensayista que escribió a principios del siglo veinte la obra Enfermedades sociales, pone a la costumbre como la más nociva de todas ellas, y advirtió que hay que tener suficiente iniciativa para vencerla.
A Discépolo no lo conformaba lo establecido y encontró formas nuevas de expresión que produjeron tensiones que llevaron a problematizar las identidades culturales construidas hasta allí, con sus correspondientes disputas.
Vale recordar que el clima socioeconómico mundial que se estaba conformando en aquel momento histórico preanunciaba una crisis de envergadura
La canción antes mencionada dio a luz un nuevo género musical con textos de mayor importancia y mostraba las dificultades para mantener los ideales en aquella época de descomposición social y moral, en razón, sobre todo, de las dificultades económicas (lo que hace falta es empacar mucha moneda, vender el alma, rifar el corazón).
El siempre lúcido ensayista Norberto Galasso (1995) relata: Los severos padres de familia y las almidonadas maestras, los mohosos catedráticos y los incorruptibles abogados, todos ellos se indignan ante tamañas palabras irreverentes.
Con una poesía para sentir la vida en forma mucho más amplia, leyó, con su espíritu rebelde, el heterogéneo abanico de sentimientos humanos y lo envolvió en apropiadas notas musicales para que lo evaluara el público.
Qué vachaché - Enrique Santos Discépolo
Piantá de aquí, no vuelvas en tu vida.
Ya me tenés bien requeteamurada.
No puedo más pasarla sin comida
ni oírte así, decir tanta pavada.
¿No te das cuenta que sos un engrupido?
¿Te creés que al mundo lo vas a arreglar vos?
¡Si aquí, ni Dios rescata lo perdido!
¿Qué querés vos? ¡Hacé el favor!.
Lo que hace falta es empacar mucha moneda,
vender el alma, rifar el corazón,
tirar la poca decencia que te queda...
Plata, plata, plata y plata otra vez...
Así es posible que morfés todos los días,
tengas amigos, casa, nombre...y lo que quieras vos.
El verdadero amor se ahogó en la sopa:
la panza es reina y el dinero Dios.
¿Pero no ves, gilito embanderado,
que la razón la tiene el de más guita?
¿Que la honradez la venden al contado
y a la moral la dan por moneditas?
¿Que no hay ninguna verdad que se resista
frente a dos pesos moneda nacional?
Vos resultás, -haciendo el moralista-,
un disfrazao... sin carnaval...
¡Tirate al río! ¡No embromés con tu conciencia!
Sos un secante que no hace reír.
Dame puchero, guardá la decencia...
¡Plata, plata y plata! ¡Yo quiero vivir!
¿Qué culpa tengo si has piyao la vida en serio?
Pasás de otario, morfás aire y no tenés colchón...
¿Qué vachaché? Hoy ya murió el criterio!
Vale Jesús lo mismo que el ladrón...
Versión de Elba Berón con el Cuarteto A puro tango
Referencia
Galasso, Norberto (1995). Discépolo y su época. Buenos Aires: Corregidor.
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Roberto Digiano
robaied@hotmail.com
Sociólogo, UBA
El tango Qué vachaché se estrenó en 1926 en el Uruguay y el público lo reprobó: respondió con indiferencia y silbidos. Al respecto, vale señalar que muchas personas desprecian cuanto ignoran, hasta que, con el paso del tiempo, toman conciencia de su pobre condición humana.
El autor, Enrique Santos Discépolo tuvo que pagar el precio que tributa, en mayor o menor medida, todo innovador frente a una multitud aferrada empecinadamente a las costumbres, tal como si ellas fueran nubes que envuelven la inteligencia y la sensibilidad de los individuos en visiones pequeñas.
Precisamente, Manuel Ugarte, el talentoso ensayista que escribió a principios del siglo veinte la obra Enfermedades sociales, pone a la costumbre como la más nociva de todas ellas, y advirtió que hay que tener suficiente iniciativa para vencerla.
A Discépolo no lo conformaba lo establecido y encontró formas nuevas de expresión que produjeron tensiones que llevaron a problematizar las identidades culturales construidas hasta allí, con sus correspondientes disputas.
Vale recordar que el clima socioeconómico mundial que se estaba conformando en aquel momento histórico preanunciaba una crisis de envergadura
La canción antes mencionada dio a luz un nuevo género musical con textos de mayor importancia y mostraba las dificultades para mantener los ideales en aquella época de descomposición social y moral, en razón, sobre todo, de las dificultades económicas (lo que hace falta es empacar mucha moneda, vender el alma, rifar el corazón).
El siempre lúcido ensayista Norberto Galasso (1995) relata: Los severos padres de familia y las almidonadas maestras, los mohosos catedráticos y los incorruptibles abogados, todos ellos se indignan ante tamañas palabras irreverentes.
Con una poesía para sentir la vida en forma mucho más amplia, leyó, con su espíritu rebelde, el heterogéneo abanico de sentimientos humanos y lo envolvió en apropiadas notas musicales para que lo evaluara el público.
Qué vachaché - Enrique Santos Discépolo
Piantá de aquí, no vuelvas en tu vida.
Ya me tenés bien requeteamurada.
No puedo más pasarla sin comida
ni oírte así, decir tanta pavada.
¿No te das cuenta que sos un engrupido?
¿Te creés que al mundo lo vas a arreglar vos?
¡Si aquí, ni Dios rescata lo perdido!
¿Qué querés vos? ¡Hacé el favor!.
Lo que hace falta es empacar mucha moneda,
vender el alma, rifar el corazón,
tirar la poca decencia que te queda...
Plata, plata, plata y plata otra vez...
Así es posible que morfés todos los días,
tengas amigos, casa, nombre...y lo que quieras vos.
El verdadero amor se ahogó en la sopa:
la panza es reina y el dinero Dios.
¿Pero no ves, gilito embanderado,
que la razón la tiene el de más guita?
¿Que la honradez la venden al contado
y a la moral la dan por moneditas?
¿Que no hay ninguna verdad que se resista
frente a dos pesos moneda nacional?
Vos resultás, -haciendo el moralista-,
un disfrazao... sin carnaval...
¡Tirate al río! ¡No embromés con tu conciencia!
Sos un secante que no hace reír.
Dame puchero, guardá la decencia...
¡Plata, plata y plata! ¡Yo quiero vivir!
¿Qué culpa tengo si has piyao la vida en serio?
Pasás de otario, morfás aire y no tenés colchón...
¿Qué vachaché? Hoy ya murió el criterio!
Vale Jesús lo mismo que el ladrón...
Versión de Elba Berón con el Cuarteto A puro tango
Referencia
Galasso, Norberto (1995). Discépolo y su época. Buenos Aires: Corregidor.