Introducción
El desarrollo de la ciencia y el uso de la tecnología le han permitido al hombre transformar el medio ambiente. La explotación desmedida e irracional de los recursos naturales, el empleo de los mismos en la satisfacción de sus necesidades materiales y espirituales, la demanda sin precedentes a la que el rápido crecimiento de la población humana y el desarrollo tecnológico someten al medio ambiente, está produciendo un declive cada vez más acelerado en la calidad de éste y en su capacidad para sustentar la vida. La protección del medio ambiente se ha convertido en una prioridad, en una necesidad de primer orden para garantizar el desarrollo económico y social y, sobre todo, para la salud y la supervivencia de la especie humana en todo el planeta.
Desarrollo
No existe campo o esfera de la vida humana en que no sean evidentes los múltiples beneficios que el desarrollo de la ciencia y la tecnología han traído consigo. Saltan a la vista los grandes logros alcanzados en las comunicaciones, la medicina, la construcción, la economía, la educación, por solo citar algunos, los cuales, indudablemente, redundan de modo inmediato y eficaz en una mayor y mejor calidad de vida de una buena parte de los seres que habitamos este planeta. Sin embargo, desde hace ya algunas décadas, importantes personalidades del mundo de la política, la ciencia, la educación, la filosofía y otras ramas del saber, vienen alertando sobre los peligros reales y potenciales que un mal uso de los logros de la ciencia y la tecnología acarrean y pueden acarrear sobre el medioambiente. Basta recordar el uso de la energía nuclear en la construcción y detonación de las dos bombas atómicas que arrasaron en 1945 con las ciudades de Hiroshima y Nagasaki, provocando una espantosa secuela de muerte y destrucción cuyos efectos aún llegan hasta nuestros días o la utilización de las investigaciones médicas, por parte del régimen nazi, sobre los prisioneros de los llamados campos de concentración a lo largo de la segunda guerra mundial, por sólo citar dos ejemplos entre otros muchos que pudieran citarse.
Por otro lado, la explotación desmedida e irracional de los recursos naturales, por parte, fundamentalmente, de las grandes empresas y transnacionales de los países capitalistas más desarrollados, haciendo un uso eficaz de los avances tecnológicos, y en cuya base se encuentra la filosofía del consumismo y la maximización de la ganancia a toda costa sin importar daños y prejuicios de ninguna índole al medioambiente, ha provocado un profundo desequilibrio y deterioro de los múltiples ecosistemas y del ecosistema global del planeta tierra que amenaza, seriamente, la propia supervivencia de la especie humana y de las demás especies que habitan esta “Casa Común”.
Creemos necesario dedicar unas breves reflexiones a la cuestión de la relación entre Ciencia y Tecnología. Lo primero que debemos decir es que ambas están muy estrechamente relacionadas pues las necesidades técnicas repercuten en el desarrollo científico, proponiéndole exigencia cognoscitiva a la ciencia para la investigación, y, recíprocamente, los proyectos o programas de investigación involucran tecnologías.
Actualmente el término Tecnociencia se utiliza para designar este vínculo. Este término es precisamente un recurso del lenguaje para denotar la íntima conexión entre ciencia y tecnología y el desdibujamiento de sus límites. Como señala el profesor Núñez Jover: “Esta denominación no necesariamente conduce a cancelar las identidades de la ciencia y la tecnología, pero sí nos alerta que la investigación sobre ellas y las políticas prácticas que respecto a las mismas implementemos tienen que partir del tipo de conexión que el vocablo tecnociencia desea subrayar. Se trata de tomar conciencia de la naturaleza tecnocientífica de la actividad científica y tecnológica contemporánea. La biotecnología, la Farmacología, la Química sintética serían algunos ejemplos, entre muchos, que ilustran la naturaleza de la Tecnociencia”.
Crisis Global Medioambiental
Fenómenos tales como el calentamiento global, la emisión de grandes cantidades de dióxido de carbono a la atmósfera por parte, fundamentalmente, de las grandes potencias capitalistas desarrolladas, la erosión de los suelos, la tala indiscriminada de árboles, la contaminación de los océanos, ríos y mares, las guerras y la desertificación, entre otras muchas calamidades, hacen casi imposible la existencia sobre el que una vez se llamó “Planeta Azul”.
Desde hace ya varias décadas, numerosas voces se vienen alzando para denunciar los grandes y graves peligros que un mal uso de los avances de la ciencia y la tecnología tienden sobre nuestro planeta. Se hace cada vez más intenso, a todos los niveles, el debate sobre la necesaria relación entre la ciencia y la ética, entre ciencia y conciencia y se propone un nuevo modelo de desarrollo que no tenga como norma y fundamento el consumo irracional e intensivo de los limitados y finitos recursos naturales sino que tenga como fin la satisfacción de las necesidades de las actuales generaciones pero sin amenazar la satisfacción de las necesidades de las futuras generaciones. A este modelo de desarrollo se le ha denominado Desarrollo sostenible.
En la conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente Humano (Estocolmo, 1972) se plateó la necesidad de una Educación ambiental y se recomendó que se adoptaran las disposiciones necesarias a fin de establecer un programa internacional de educación sobre el Medio Ambiente que abarcara todos los niveles de enseñanza.
En esta “batalla por la vida” debe estar implicada toda la sociedad pero sin lugar a dudas, le corresponde al sector educativo y de manera especial a la Universidad un papel de primerísimo orden puesto que ella constituye un ámbito de formación privilegiado previo a la inserción responsable y competente del egresado en la sociedad.
Conclusiones
La ciencia y la tecnología son dos de las más grandes conquistas del ser humano, las cuales han traído incontables beneficios en múltiples campos de la actividad humana, no obstante, un uso inadecuado de las mismas puede acarrear negativas consecuencias sobre el medioambiente y por ende, sobre la salud de las personas y la propia supervivencia de la especie humana. Ante esta situación le corresponde a la familia, a la escuela y la sociedad, pero de modo especial a la Universidad, la formación de un ciudadano y un profesional con una alta sensibilidad por la cuestión medioambiental, comprometido con el desarrollo integral de su territorio y enraizado en los valores del respeto, el desinterés y la solidaridad.