En la cuna de la civilización occidental, la Antigua Grecia, el Arte y el Deporte se encontraron de forma natural, por eso los Juegos Olímpicos eran la ocasión en que músicos y poetas cantaban a los atletas y por esa razón el Discóbolo de Mirón es una de las más excelsas obras maestras de la historia de la escultura.
La célebre escultura contiene toda una lección de anatomía deportiva: la torsión del cuerpo es vigorosa aunque al mismo tiempo armoniosa, como el rostro del atleta que no refleja tanto el esfuerzo como una serena concentración. Todo el cuerpo está echado hacia delante, para producir con el balanceo posterior el impulso necesario para poder lanzar el disco.
La figura tiene, como todo en la antigua Grecia, una interpretación mitológica según la cual se trataría de un héroe, Jacinto, a quien Apolo habría matado involuntariamente lanzándole un disco. No se conserva el original en bronce, sino varias copias romanas en mármol, las mejor conservadas son el 'Lancellotti', que en la actualidad se muestra en el Museo Nazionale de Roma, el Discóbolo del Jardín Botánico de Copenhague (Dinamarca) y otra copia en el British Museum.
La Edad Media y la Edad Moderna significaron un olvido de esa relación estrecha, quizás porque los deportes físicos no tuvieron en esas épocas una práctica generalizada e institucionalizada. Los ejercicios ligados a la actividad bélica y cinegética, a la guerra y a la caza, fueron objeto de innumerables representaciones plásticas durante el medioevo, basta contemplar los bajorrelieves de las tumbas de los Andrades en las Mariñas dos Cabaleiros, de Pontedeume a Betanzos.
La esgrima se practicó en los escenarios del teatro de nuestro Siglo de Oro, como la equitación militar estuvo presente en las grandes composiciones pictóricas barrocas.
En los albores de la contemporaneidad cuando se recuperó esa intensa y natural vinculación de deporte y arte. En el ámbito poético y literario, escritores prerrománticos como Goethe practicaron la gimnasia y el ejercicio físico para llevar una vida más saludable y estar en mejor forma. Fue la época en que aparece el poeta romántico seductor y elegante, la figura del dandy, que cuidará su forma física para seducir también con una buena presencia.
El dandysmo se convirtió en toda una tendencia, en la moda vestimentaria y en la estética literaria, de la que formaron parte desde Oscar Wilde en Inglaterra hasta Aurevilly o Baudelaire en Francia. Para ellos, la práctica deportiva fue importante y así algunos deportes que surgen a principios del pasado siglo se identificaron con el dandy: el tenis y el polo, el críquet o el golf.
Hay disciplinas deportivas que pueden identificarse naturalmente con la expresión artística, tales como la gimnasia rítmica, la natación sincronizada o el patinaje artístico. Se trata de tres especialidades que integran música y danza, dos de las Bellas Artes desde siempre.
La pintura contemporánea, de la abstracción al Pop Art, de Kandinsky a Andy Warhol o Roy Lichtenstein, se ha ocupado del deporte como tema privilegiado. Es el caso, en la actualidad, de innumerables pintores como Anthony Matos, con su estilo Soccer Pop Art.
Hoy en día, en efecto, el Arte y el Deporte van de la mano en muchas manifestaciones como son la celebración de Bienales sobre Arte y diferentes disciplinas deportivas, concursos fotográficos sobre deportes de acción, colecciones públicas y privadas o museos dedicados al Deporte, muy especialmente el gran Museo Olímpico de Lausanna.
En este sentido, hay que destacar la Bienal Internacional del Deporte en el Arte (BIDA) organizado por el Consejo Superior de Deportes, gracias a la cual este organismo ha acercado a pintores de prestigio internacional al mundo de la práctica deportiva. Experimentación y Vanguardia, Figurativismo y Realismo han abordado el mundo del deporte desde la perspectiva de pinceles tan importantes como los de Eduardo Arroyo (Boxeo), Dámaso (Lucha), o Calleja (Tiro con arco).
Fruto de la convocatoria de este importante Certamen es la colección de arte del Consejo Superior de Deportes, en la que figuran pintores gallegos tan destacados como Luis Caruncho o Molezún.