La iniciación deportiva
La iniciación, como indica su nombre, es el comienzo de la vida deportiva de nuestros alumnos. Es el proceso de enseñanza-aprendizaje seguido por un individuo, para la adquisición del conocimiento y la capacidad de ejecución práctica de un deporte, desde que toma contacto con él, hasta que es capaz de practicarlo con adecuación a su técnica, su táctica y su reglamento.
Su duración viene a ocupar normalmente las edades comprendidas entre los 8-10 años y hasta los 14; dentro de la misma existen dos momentos de especial importancia desde el punto de vista biológico:
El motivo de esta distinción, viene determinado por el hecho de que a los 11-12 años suele dar comienzo lo que se denomina dentro del proceso evolutivo la Pubertad; que implica unas determinadas características psicofísicas de matices bien diferenciados dentro de la propia evolución.
En el movimiento pendular en el que se mueven las teorías o corrientes sobre la Educación Física escolar, nos encontramos en una constante dialéctica entre la concepción actual que defiende al juego como método esencial para el desarrollo de las capacidades del los alumnos y las tradicionales que postulan por una iniciación inmediata de los deportes. Ambas posturas parecen mostrarse como antagónicas en sus argumentaciones metodológicas.
Frente a los extremos debemos situarnos en una posición intermedia que recoja los aspectos favorables de cada una de ellas, siempre atendiendo a las particularidades y características del desarrollo madurativo, orgánico-funcional, intelectual y motor del niño.
Tanto el juego como el deporte desarrollan habilidades y destrezas motrices, poseen un gran poder motivador, favorecen una evolución adecuada y equilibrada de las cualidades físicas del individuo, ponen en marcha numerosas situaciones de aprendizaje donde interactúan gran variedad de actitudes, valores y normas.
Si bien el juego conlleva, a través de su carácter lúdico, una gran motivación intrínseca en el o la niño, propicia variados tipos de agrupamientos y su fácil práctica con normas sencillas se adapta a las características de nuestros alumnos, también es cierto que en muchos casos no aportan la cantidad de trabajo o la intensidad de esfuerzo para su desarrollo físico y orgánico.
Es fácil encontramos con sesiones donde los juegos no dejan de ser meros ejercicios físicos donde lo único aspecto lúdico radica en saber quien es el ganador. De igual forma observamos que mientras actúan unos pocos niños el resto no participa directamente de una forma activa. Porque es precisamente la actividad, el movimiento nuestra arma principal en nuestra área.
Los niveles de esfuerzo que se le solicitan a los alumnos son cada vez menores, les estamos acostumbrando tanto en casa como en el colegio a situaciones demasiado cómodas que implican poca responsabilidad y disciplina personal. Todo en base a un exceso de protección que garantice un desarrollo psicológico adecuado tratando de evitar cualquier tipo de traumas que afecten a su futuro. Lo cierto es que si bien estamos educando niños muy felices, también lo es que estamos formando adultos cómodos, exigentes con los demás, pero no consigo mismos, sin capacidad para resolver sus problemas, con escaso espíritu de sacrificio, con baja responsabilidad por su trabajo puesto que se lo damos todo hecho. Ante esta situación posiblemente nos encontremos con unos adultos sumamente infelices.
Desde esta perspectiva en el deporte además de los valores educativos que reúne el juego se ponen en práctica otros como: sacrificio, autosuperación, constancia así como los que se derivan de los postulados del juego limpio y la deportividad, que vienen a completar la labor educativa y formadora inherente en los juegos.
En la actualidad se tiende a relegar el aprendizaje deportivo hasta la Educación Secundaria (a partir de los 12 años), nosotros pensamos que la utilización conjunta de juegos y la iniciación predeportiva entre los 10-12 años tiene también cabida, respetando los ritmos de maduración y desarrollo de los alumnos. La utilización de métodos globales y analíticos es perfectamente compatible con el aprendizaje de gestos básicos deportivos, porque en algunos casos podremos evitar vicios posturales que en el futuro son difíciles de corregir.
No buscamos deportistas de élite, sino utilizar las posibilidades que nos ofrece el aprendizaje deportivo junto con el juego para desarrollar las habilidades precisas para que el o la niño se divierta jugando y le concedamos las bases para que en el futuro la práctica deportiva sea una forma de ocupar su tiempo libre, y construya un modo de vida ligado a la salud y al bienestar.
Si caemos en el abuso de la repetición de gestos estereotipados conseguiremos que el alumno se aburra o tenga animadversión por la práctica deportiva. Por ello en los alumnos del Tercer Ciclo de Educación Primaria se han de utilizar juegos predeportivos, con materiales e instalaciones adaptadas, reglas más simples que las del deporte practicado, con un número de jugadores reducido para que se favorezca una mayor participación, con agrupamientos homogéneos en unos casos para que exista una oposición nivelada y heterogénea en otros cuando nos interese el desarrollo de objetivos más formativos o educativos.
No estoy abogando por la figura de un maestro entrenador, todo al contrario, sino por un educador o formador, que trate de desarrollar en los niños el máximo de capacidades en todos los órdenes: motor, orgánico, afectivo, social, intelectual… en definitiva que favorezca el desarrollo integral del individuo. El juego y el deporte no son más que instrumentos para tal fin.
Consideraciones didácticas generales
La programación de las actividades deportivas a nivel de iniciación debe atenerse a unas directrices didácticas, como son:
En general, podemos decir que en los juegos de iniciación deportiva o predeportivos tendremos que tener en cuenta la adaptación de las reglas en cuanto a:
Número de jugadores: en deportes con balón, opinamos que no es recomendable formar equipos con un número de componentes según la reglamentación, es preferible reducirlo. El "3 contra 3" nos parece un número adecuado puesto que permite la participación activa de todos los niños y comporta situaciones de juego básicas: (1 contra 1) y (2 contra 1), facilitándole el desarrollo de los mecanismos perceptivos, de decisión y ejecución.
Espacio: de igual modo deberemos de reducir los espacios de juego, de modo que las transiciones de un campo a otro no se conviertan en un continuo "correcalles" que terminen rápidamente con las reservas energéticas de nuestros alumnos. Pensamos que el ancho de una pista polideportiva (20 metros) es ideal para situar las canchas de baloncesto, balonmano, fútbol-sala…
Líneas de señalización del espacio: nos referimos tanto a las líneas marcadas en el suelo (áreas, zonas…) Las líneas no son muy determinantes en la edad escolar. En el juego a lo ancho de la pista no necesitamos los "fueras" laterales, ya que favorece una mayor continuidad y libertad en el juego. En cambio si puede ser interesante mantener los "fueras" de fondo porque también es necesario que los niños realicen pausas para "tomar aire". En algunos deportes de iniciación si que son necesarias ciertas líneas, por ejemplo en balonmano, la que marca la zona prohibida, que puede ser tanto semicircular como recta, puesto que es un elemento característico de este deporte. Los círculos en el juego de balón-torre (iniciación al baloncesto), las líneas para jugar al balontiro (iniciación al balonmano), en estos casos podemos utilizar líneas ya pintadas en el polideportivo de los diferentes deportes o bien trazarlas o marcarlas con tizas, cuerdas, conos…
Tiempos: desde nuestro punto de vista, el tiempo reglamentario no es un elemento esencial en la iniciación deportiva. Los alumnos deben vivir el deporte como una situación más de juego dentro de la sesión de Educación Física.
Reglas: los alumnos deben conocer las reglas básicas para la práctica deportiva de forma ordenada, pero sin abrumarles con un número elevado de reglas que pueden conducir al desinterés. Si es necesario se pueden adaptar según las necesidades. Por ejemplo, si en un juego nos interesa más el pase que el bote (iniciación al balonmano) podemos introducir una regla como que el jugador/a que lleva el balón no lo puede botar y además no puede dar más de tres pasos con él, con lo cual le estamos obligando a que pase, le estamos rompiendo los esquemas egocentristas a favor de una mayor colaboración.
Recursos: en la etapa escolar creemos que debemos utilizar un material polivalente, no específico. Los balones reglamentarios no son muy recomendables en la edad escolar, además de costosos y poco duraderos, son peligrosos, por ejemplo los balones de baloncesto, son pesados y duros produciendo traumatismos en los dedos, los de voleibol causan hematomas en los antebrazos, los de fútbol, fútbol-sala o balonmano golpeados o lanzados con fuerza hacen daño tanto en el que golpea como en el que recibe. Será más conveniente utilizar otro tipo de balones y pelotas de características similares, pero sin riesgos.
Elementos de puntuación o anotación: nos referimos a los recursos que utilizamos para determinar si se ha conseguido un gol, una canasta, un punto… Siguiendo con los criterios mantenidos hasta el momento, sería conveniente adaptarlos.
De esta forma podemos construir porterías con conos o vallas, canastas con aros de psicomotricidad… de modo que al alumno le resulte más fácil obtener éxito en el juego.
No nos interesan los porteros en la etapa de iniciación, porque supone pasividad, es preferible que todos sean jugadores de campo y se muevan, por ello si es necesario reduciremos las porterías con los materiales indicados.
Otro aspecto a tener en cuenta desde el punto de vista didáctico es el uso de la competición.
La enseñanza deportiva no es sólo el aprendizaje de unas habilidades, técnicas y tácticas específicas; también incluye la competición (pero no es sólo competición).
Dependiendo de los niveles, será aconsejable o no programar una competición reglada, la competición debe ser un medio educativo y, beneficiar al alumno con los valores educativos que posee a nivel escolar (superación personal, cooperación con el compañero, disciplina en cuanto al acatamiento de normas que rigen el deporte, saber ganar y perder…)
Las edades a nivel escolar en las que se va a enseñar la actividad deportiva, están fuertemente motivadas hacia la misma, e incluso utilizan su tiempo libre para la práctica de juegos de gran competitividad, con el objetivo de poder medir sus posibilidades frente a la de otros compañeros; nuestra labor no puede desaprovechar ese interés y motivación y, encauzarlo hacia la enseñanza deportiva y los valores que ella conlleva.