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Actividad Física y Salud

18.05.2014
España
ESP |

Aplicación del fitball como asiento

El fitball como asiento se ha generalizado como alternativa a la silla tradicional. Hay pocas evidencias que expongan los pros y los contras de su empleo.
El fitball como asiento es una opción terapéutica para aquellas personas que ya sufren dolor de espalda, no así para las que están sanas

Introducción

Los fitball han sido empleados como herramienta de fitness desde mediados del siglo XX. Su uso se ha expandido a diferentes actividades por la versatilidad que presenta. Este implemento, como plataforma generadora de condiciones de inestabilidad, se ha estudiado en las últimas décadas, tanto desde el punto de vista de las adaptaciones, como desde el de las respuestas. Diversos investigadores se han preocupado por saber qué pasa cuando usamos el fitball como asiento por largas horas, en el trabajo, en casa o en el colegio.

 

Evidencias sobre el uso del fitball como asiento

En un estudio de 2006 examinaron el comportamiento de los músculos transversos abdominales y los oblicuos internos en diferentes posiciones. La conclusión fue que en sujetos normales no es suficiente estímulo para aumentar la actividad muscular en posición sedente emplear como material generador de condiciones de inestabilidad un fitball. (Ainscough-Potts, Morrissey, & Critchley, 2006)

Otros autores siguiendo la misma línea estudiaron la activación muscular en posición sedente en silla y fitball. Aparentemente no existieron ventajas a la hora de emplear el fitball como asiento, no se observaron diferencias en la activación muscular o postular, con la excepción de que en fitball la inclinación pélvica fue menor. Los sujetos de estudio mostraron molestias asociadas a sentarse sobre la superficie inestable. (Gregory, Dunk, & Callaghan, 2006)

McGill y sus compañeros también vieron la necesidad de estudiar este tema ante la reciente oleada de propuestas sobre el fitball como asiento. Estudiaron la diferencia entre posición sedente en fitball y en superficie estable durante un tiempo de 30 min. Los resultados sugirieron que el fitball como asiento no afecta significativamente a los parámetros medidos. Parece ser que los tiempos prolongados en el fitball como asiento podrían ocasionar compresión en el tejido blando, lo que ocasionaría el malestar que reportan los sujetos de estudio. (McGill, Kavcic, & Harvey, 2006)

A pesar de estas evidencias, un estudio de dos casos elaborado por Merryt y Merryt expone la teoría de la posible mejora en el dolor de espalda tras el uso del fitball como sustitutivo de la silla. A un sujeto de 55 años con historia recurrente de dolor de espalda desde 1977 se le propuso una intervención de 8 semanas, en las que fue sentándose cada día 2 minutos, hasta que desapareció el dolor, para entonces aumentar el tiempo sedente hasta el total de 20 minutos. Esta intervención supuso una reducción de los síntomas, del dolor y de las visitas al fisioterapeuta. El otro de los casos trata de una mujer de 52 años con fuertes dolores de espalda a todos los niveles. El uso de la pelota como asiento en el trabajo durante un año supuso una percepción subjetiva de mejora de los síntomas. Además, se añadieron ejercicios, lo que en conjunto con el tratamiento fisioterapéutico y el uso del fitball como asiendo contribuyeron a la disminución de los síntomas y la reducción de las visitas a consulta. (Merritt & Merritt, 2007)

La utilización del fitball como asiento también se ha empleado en niños con autismo como estrategia sensitiva terapéutica. Curiosamente cada niño demostró una respuesta única, aunque parecía ser más efectivo su uso en los que tenían conductas vestibulares y propioceptivas más extremas. (Bagatell, Mirigliani, Patterson, Reyes, & Test, 2010)Es posible que los fitball puedan ser efectivos cuando existen déficits sensoriales, tanto por exceso como por defecto.

Es posible que esta relación observada en niños autistas sea el mecanismo que actúa en la disminución del dolor en personas con dolores de espalda, por lo tanto se trataría de un proceso en el que la propiocepción tendría gran implicación. De hecho, Rasouli et al. (2011) compararon la debilidad muscular en transverso abdominal y oblicuo interno en 20 personas con dolor de espalda a nivel lumbar y 20 sin dolor de espalda a nivel lumbar. El porcentaje de cambio entre posturas fue menor en los sujetos con dolor. Entre grupos hubo significativas diferencias en la debilidad del transverso abdominal durante la posición sedente en fitball. Sin embargo, no hubo diferencias entre grupos en posición sedente en silla. En cuanto a los oblicuos internos, no hubo diferencias entre grupos en todas las posiciones. Por lo tanto, estos resultados indican que la disminución de la estabilidad incrementa el porcentaje de cambio en la debilidad muscular en personas que sufren dolor de espalda a nivel lumbar. (Rasouli, Arab, Amiri, & Jaberzadeh, 2011)

En una investigación que tuvo una duración de 3 meses se evaluaron diferentes parámetros relacionados con el uso de diferentes asientos. El uso del fitball mejoró la percepción de la postura y los niveles de energía en comparación con el uso de sillas de oficina. Y el uso de sillas con fitball mejoró la postura percibida y el equilibrio general en comparación con el uso de sillas de oficina. El riesgo de padecer dolor usando fitball decreció entre un 45% a un 21% con respecto al uso de sillas de oficina. Aun así, los participantes que usaron tanto el fitball como la silla con fitball reportaron dolor un 42% y 45% respectivamente. Por lo tanto, en cuanto a la selección del mejor asiento deben tenerse en cuenta tanto los beneficios como los riesgos que se manifiestan en la autopercepción. (Schult et al., 2013)

En una revisión analizaron 57 artículos sobre el gasto energético diario según las alternativas que se eligieron en el trabajo. La energía consumida al permanecer sobre un fitball era similar a la de la condición sedente tradicional (1,2 kcal/min). La ventaja del uso del fitball en comparación con otras alternativas es que no afecta al desempeño de las tareas, ni a la motricidad fina, siendo similar a la silla tradicional. (Tudor-Locke, Schuna, Frensham, & Proenca, 2013)

 

Conclusión

Todas estas evidencias invitan a pensar que el uso del fitball es una buena alternativa para personas que padecen dolor de espalda, pero no lo es tanto para las que no. Así pues, una evaluación de la situación individual será la clave para prescribir su uso durante las tareas de la vida diaria que requieran de la posición sedente. 

Carlota Díez Rico
Eduardo García Rico
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