La amistad florece en los ámbitos donde predominan valores como la lealtad y la sinceridad, y a la larga, es un antídoto contra la sociedad de la dominación
A principio de los años ochenta del siglo diecinueve, Eduardo Wilde elaboró algunas ideas sobre la amistad, en su trabajo Meditaciones inesperadas (Wilde, 2008). Dice allí, desvalorizándola, que no pueden existir dos amigos; el notable médico sanitarista lo pone seriamente en duda. Hay uno cuanto más -exclama- afirmando que la amistad verdadera, desinteresada, es una demencia. Es decir, que la amistad la entiende como una cualidad propia de las personas delirantes.
Hay que tener en cuenta que la amistad florece en los ámbitos donde predominan valores como la lealtad y la sinceridad, y que, a la larga, la amistad es un antídoto contra la sociedad de la dominación que fomenta el deseo de sumisión, siendo muy fructífero para el conjunto social confiar en las artes comunitarias.
Los ácratas, pertenecientes a una de las pocas agrupaciones sociales que no están obsesionadas por el poder, tanto para conseguirlo como para mantenerlo, prefieren cooperar entre sí, apoyarse en la ayuda mutua, desplazando así a las relaciones jerárquicas.
En este país desvencijado que arrastra la perdida de dignidad, la degradación de la inteligencia, el incremento de los miedos, y vive haciendo gala del autoengaño, es bueno recuperar lazos como la amistad. (véase Valeria Suárez, 2009, pp. 3-41)
El sociólogo Christian Ferrer (2004, p. 78) nos dice que precisamente la amistad: Es un amparo contra la intemperie a la que el capitalismo somete a la población.
Referencias
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Ferrer, Christian (2004). Cabezas de tormenta. Buenos Aires: Anarres.
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Suárez, Valeria (2009). Amistad. En: Hugo Biagini y Arturo Roig, Diccionario del Pensamiento Alternativo, pp. 39-41. Lanús: UNL-Biblos.
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Wilde, Eduardo (2008). La lluvia, Tini y otros textos. Buenos Aires: Capital Intelectual.
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Sociólogo, UBA