Por aquellos tiempos, se argumentaba que la plebe se había hecho belicosa, y los juegos que practicaban contribuían a exaltar la violencia contenida
Por aquellos tiempos, se argumentaba que la plebe se había hecho belicosa, y los juegos que practicaban contribuían a exaltar la violencia contenida
Al respecto, relata el médico psiquiatra José María Ramos Mejía que Rosas, el gobernador de Buenos Aires, para bajar los niveles de delincuencia multiforme que se habían cristalizado en la provincia, a mediados de la década del treinta del siglo diecinueve, dispuso una serie de medidas.
Así, entre otras cosas, Rosas decretó: “los jóvenes y muchachos que proliferan por las calles, pulperías o en cualquier otra parte, palabras obscenas y descorteses, serían destinadas a tambores y tropas de cuerpo de elite, con recomendación que no se les afloje el ejercicio tarde y mañana”.
En semejante legislación draconiana, observa Ramos, el notable pensador argentino, que a dichos mozos se los destinaba al servicio de armas por tres años. Concretamente, a los que se encontraran por las calles y demás lugares públicos jugando a las cañitas, al hoyito, montoncito o en alguna otra cosa mal entretenidos.
El gobernador fija su atención en los procesos lúdicos inherentes a las personas locales. Sobre todo en aquellos que poseen una utilidad y una significación aproximada a los de la vida real.
El fino observador que era Ramos Mejía, señala que, por aquellos tiempos, se argumentaba que la plebe se había hecho belicosa, y los juegos que practicaban contribuían a exaltar la violencia contenida.
El gallo de riña era un ejemplo y un sugeridor imperativo. Su entrada garbosa a la pista, con la graciosa solemnidad que le es peculiar y que el silencio y la expectativa exaltaban en la imaginación de la plebe, despertaba ímpetus de agresión, y la imagen del pequeño paladín, tan pequeño como altivo, grábasela en la mente derramando en su corazón, himnos y rumores que ahuyentaban cobardes timideces.
Referencia
Ramos Mejía, José María (1950). A martillo limpio. Buenos Aires: Compañía Impresora Argentina.
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Sociólogo, UBA