Al final del siglo XIX, cuando son creados los primeros clubes de fútbol en Brasil, nuestro sistema de ciudades era bastante reducido y desintegrado en el mapa interno. La incipiente industrialización no tenía mucho tiempo y fuerza para conformar un densa base territorial urbana. El modelo agro-exportador dirigía la economía nacional, resultado de lo cual se daba una formación espacial estructurada en forma de islas productivas, orientadas hacia el exterior. Nuestras principales ciudades no estaban articuladas entre sí. Más que eso, eran el hilo mercantil entre un territorio interior agro-pastoril-minero-monocultivado y el mercado internacional.
Y en este orden espacial en forma de archipiélago es que Brasil va a vivenciar la introducción del fútbol, que nace entre nosotros completamente regionalizado. La inexistencia de una efectiva metrópoli nacional, que dirija las acciones sobre el vasto (y poco poblado) territorio, permitirá una experiencia peculiar en cuanto al advenimiento del fútbol. Esto no se llevará a cabo a partir de un polo principal de difusión, sino a través de diversas incursiones independientes y territorialmente desconectadas entre sí. La jerarquía urbana, por consiguiente, no inspiraba la moda del descubrimiento, que podía corresponder a ciudades menos importantes, mismo antes de ser conocida en la capital federal.
Mientras tanto, si examinamos la introducción del fútbol como un proceso y no como un conjunto de hechos aislados, podremos notar la supremacía de las ciudades más grandes o las más modernas. En éstas, la consolidación de esta novedad se hizo de forma más efectiva y anticipada, por contener tales ciudades los elementos necesarios para la incorporación plena de la modernidad.
No existe certeza absoluta en cuanto a eventos del tipo primera pelota, primer partido, primer equipo, y sobre todo considerando que los hechos efímeros y aislados no construyen procesos sociales de mayor relevancia, circunscribimos nuestra investigación a clubes y ligas que permanecieron en el tiempo. Intentamos así estudiar en cada ciudad lo que llamamos la fase gestacional del fútbol: período que transcurre entre la fundación (donde apenas había integrantes nacionales) de la primera asociación permanente y la posterior constitución de una liga local de carácter perenne, capaz de organizar y mantener regularmente los campeonatos anuales, congregando clubes de una misma ciudad o región.
La opción por delimitar esta fase gestacional se explica por la simple existencia de una asociación deportiva, conformada por actas, comisión directiva, sede propia, y con el expreso objetivo de practicar football, aunque no siempre es una garantía de continuidad local de esta asociación. Muchas iniciativas aisladas no van a trascender por falta de un ambiente local propicio, dejarán de existir, sin dejar registros. Es el caso del fútbol en Rondonia (otrora Guaporé): el Ypiranga E. C. fue creado en 1919, pero recién a partir de 1944 en el entonces recién creado territorio tendrá una federación con campeonatos anuales. Evidentemente, el mero acto jurídico de creación de una asociación no significa la inmediata constitución de una vida social urbana en la cual el fútbol exista como un hecho cotidiano.
En el cuadro se puede observar que cada ciudad presenta un ritmo y un momento particular de incorporación del fútbol en su vida cotidiana. En el afán de contextualizar cada uno de estos procesos gestacionales, intentamos marcar un breve cuadro comparativo general de las ciudades estudiadas. Los principales elementos tomados en cuenta fueron: cantidad de habitantes, velocidad de crecimiento (demográfico y económico), nivel de industrialización, nivel de vínculo con el exterior, presencia de capitales ingleses, disponibilidad de los medios de transporte intraurbano y de áreas libres para recreación, además de elementos palpables como el potencial de consumo de servicios de la naciente industria de entretenimiento y receptividad de las novedades.
Algunas ciudades completan en pocos años el período gestacional, como Río de Janeiro, Sao Paulo y Salvador. Las dos primeras presentan condiciones muy ventajosas para las innovaciones civilizadoras. La capital federal (Río de Janeiro) se impone en la red urbana nacional por su presencia demográfica-industrial, contando con setecientos mil habitantes en 1900, y el mayor parque fabril del País. Disponía también de una importante clase pudiente y muchos establecimientos de enseñanza donde la práctica del fútbol entre adolescentes de la misma clase social generaba clubes como el Botafogo F. C. (1904), el mismo año en que ya el extenso mundo fabril carioca creaba el Bangu A. C. Hay mercado de consumo suficiente para sostener varios deportes como espectáculo: los deportes náuticos, el turf, y otras modalidades bastante desarrolladas en la sociedad no precisaron ser abandonadas para que el fútbol conquistase rápidamente un público razonable, o un gran número de practicantes.
El Fluminense Football Club es fundado en 1902, siendo el primer club carioca específicamente creado para la práctica del fútbol. Se trata de una asociación deportiva altamente clasista, compuesta y financiada por miembros de poderosas familias, entre las cuales se destaca especialmente la familia Guinle, no sólo por las obras materiales esenciales en el club, sino sobre todo por la fortuna que le valía la condición de uno de los dos apellidos más ilustres de la belle époque carioca.
Ya en 1904 el Fluminense F. C. comienza, con gran éxito, a cobrar entrada en los animados encuentros con el Paulistano. Tal éxito, como vimos ciertamente animó la iniciativa para la creación de otros clubes a partir de ese año, hasta que en 1906 se organizó el primer campeonato carioca de fútbol, desde entonces jamás interrumpido en su realización anual, superando crisis profundas como la que ocurrió en 1907, cuando Botafogo y Fluminense terminaron empatados y no hubo acuerdo en cuanto a cual era el vencedor del certamen.
Sao Paulo, con su pujanza y velocidad urbanizadora, se agitaba al ritmo de la fricción alucinante de las diferentes etnias. Un crecimiento urbano impresionante casi cuadruplicó la población paulistana en la última década del siglo XIX. El fútbol germina en un ambiente de vacío emocional e inestabilidad psicológica, y adquiere sorprendente precocidad: los ingleses allí practican el fútbol desde 1894, el C. A. Paulistano existe desde 1900, y en 1910 el popular fútbol de potrero ya era un gran fenómeno en la ciudad. Además, todo parece indicar que la ciudad de Sao Paulo promueve la popularización de la práctica futbolística antes y en grado más acentuado que cualquier otra ciudad brasileña. Ya en las últimas décadas del siglo XIX era muy intensa la vida deportiva paulistana, con énfasis en el ciclismo. También la ciudad es pionera en esta modalidad deportiva, contando con un velódromo desde 1875, lugar que será utilizado también por el fútbol, 25 años más tarde. La ciudad devora novedades con una voracidad única, sedienta de nuevos formatos identitarios. Vale recordar a SANTOS (1994: 71): "La historia de cada ciudad se produce a través de un urbano que ella incorpora o deja de incorporar; ese urbano que en otros lugares puede tardar en llegar, en Sao Paulo siempre llegó casi inmediatamente".
Con todas estas prerrogativas, la ciudad de Sao Paulo va a ser sede del primer campeonato de fútbol en Brasil, en el año 1902, reuniendo cinco clubes, donde prevalecía la presencia de la colonia inglesa. Tal característica señala la intensa presencia de capitales británicos en los diversos frentes de instalación y expansión de obras de infraestructura en una ciudad que crece rápidamente y dispone de enormes recursos materiales. No podemos dejar de mencionar la fuerte presencia de inmigrantes europeos en la ciudad, un flujo intenso que, en la última década del siglo XIX, podría estar trayendo vivencias o por lo menos informaciones favorables para la adhesión al deporte bretón.
En cuanto al caso de Salvador, éste merece un recorrido más cuidadoso, para develar las razones de la excelente performance futbolística en una gran ciudad (200 mil habitantes) pero más inserta en pleno contexto de atraso de la sociedad y de la economía local. El E. C. Vitória (originalmente dedicado al cricket) adhiere al fútbol en 1901, y en 1903 se funda el primero de los clubes dedicado específicamente al fútbol (MAIA, 1944). En 1904 se logra reunir cuatro clubes para fundar una liga y realizar un torneo al año siguiente que consiste nada menos que en el segundo campeonato local de fútbol en todo Brasil. Sin duda, la condición portuaria y la fuerte presencia de emprendimientos ingleses influyeron en este sentido (no por nada, el primer club campeón bahiano, el Internacional, esta formado íntegramente por ingleses, y el primer presidente de la Liga Bahiana de Sports Terrestres se llama Frank Gordon May). Vale recalcar una ligera suerte de industrialización y modernización que vivió la ciudad justamente en los inicios de este siglo, cuando se vuelve residencia de ricos estancieros (SINGER, 1974; FERNANDES & GOMES, 1990), como un posible contexto propicio para la adopción del fútbol por parte de la élite local.
Porto Alegre, por su parte, se muestra relativamente muy propicia, lo que se puede relacionar con su dinamismo industrial y portuario, por la presencia significativa de inmigrantes alemanes, inductores de nuevos hábitos culturales, entre los cuales se encuentran los deportes. El ciclismo, el remo, las carreras de caballos, y otras variadas modalidades deportivas eran practicadas intensamente, sobre todo por la colonia alemana. Es digno de mención el hecho que la ciudad ya disponía de cuatro hipódromos al final del siglo XIX. El Gremio F.B.P.A. y el totalmente germánico Fussball (ambos de 1903), monopolizaron el futbol portoalegrense por seis años, enfrentándose regularmente cada seis meses (DIENSTMANN, 1987; PIRES, 1967:134). Porto Alegre era entonces el centro de la próspera zona colonial gaúcha, y en rápido crecimiento, se acercaba a la cifra de cien mil habitantes. En este contexto de crecimiento urbano nuevos clubes son creados y en 1910 se disputa el primer torneo metropolitano contando con siete instituciones.
Belo Horizonte es aquí la ciudad que más tardíamente acogió la práctica sistemática del fútbol, hecho que ciertamente está asociado al aspecto incipiente de una ciudad todavía en plena construcción, con apenas 13 mil habitantes en 1900, pero alcanzando rápidamente la cifra de 40 mil en 1912. Algunos clubes tuvieron una existencia efímera antes de 1908 (fundación del Club Atlético Mineiro), y hay referencias de un importante desarrollo deportivo en los considerables espacios libres de la ciudad de antaño. Considerando su limitada expansión demográfica, no podemos considerar que el fútbol local haya tenido poco auge.
Belém presenta por su parte una fase gestacional más lenta, entre las ciudades estudiadas. Varios clubes fueron creados luego del Pará F.C. (1898), pero ninguno perduró. Existen inclusive referencias en la prensa local sobre la práctica de matchs (partidos de fútbol) desde 1896. Una liga fue creada en 1906, llegando a organizar e iniciar un campeonato con siete equipos participantes, que tampoco prosperó. Una evaluación inicial sugiere que su condición privilegiada como puerta de entrada de la Amazonia en plena época del caucho le permitió el acceso precoz a las novedades europeas. Por otro lado, el carácter limitado o la ausencia de sus élites urbanas no evitó que clubes y ligas que fueron creadas en el período desapareciesen, sin encontrar la forma de subsistir.
La ciudad de Recife no presenta sorpresas: su fuerte conexión con el exterior suscita la rápida introducción del fútbol, aunque su consolidación es relativamente lenta, por presentar un panorama urbano más próximo al de Belém que al de ciudades dinámicas y más modernas
como Río de Janeiro, Sao Paulo o mismo Porto Alegre. La decadencia de la exportación del azúcar y la pobreza de su amplia zona suburbana, configuraron un escenario urbano aletargado. En esta situación, el Sport Club de Recife (de 1905) tendrá que esperar diez años hasta que las condiciones locales maduren para que ciudad pueda consolidar una liga y su campeonato.