Las personas afectadas por esclerosis múltiple experimentan sensación de malestar al realizar actividad física si no la realizan en unas condiciones adaptadas.
Concepto de Esclerosis Múltiple
La esclerosis múltiple (EM) es un trastorno neurológico crónico que afecta el sistema nervioso central (cerebro y médula espinal). El proceso de la enfermedad ocasiona inflamación y daño a la mielina (aislamiento de las fibras nerviosas) y otras células dentro del sistema nervioso. Debido a que la mielina ayuda a conducir las señales nerviosas, el daño a la mielina ocasiona un deterioro en la señalización entre los nervios y puede afectar la sensación, el movimiento y el pensamiento normales.
Los daños se localizan en la materia blanca del cerebro con mayor incidencia en las zonas que inervan las regiones perivascular y periventricular.
Los síntomas habitualmente se manifiestan siguiendo un patrón de exacerbaciones y remisiones.
Las respuestas visuales, somatosensoriales y las evocadas por el tronco cerebral a menudo se retrasan.
Síntomas
Los síntomas más frecuentes en orden decreciente son; episodios de pérdida de fuerza en uno o más miembros, pérdida de sensibilidad, alteraciones visuales (pérdida de visión o visión doble), inestabilidad, etc. Para que estos síntomas constituyan sospecha de esta enfermedad, deben persistir de forma clara al menos durante 24-48 horas.
A continuación, vamos a describir más detalladamente los principales síntomas que pueden darse en personas que padecen EM. Entre ellos podemos encontrar los siguientes:
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Sistema nervioso central (SNC); deterioro cognitivo, fatiga, depresión y estado anímico inestable.
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Perturbaciones visuales; pueden incluir dolor de ojos, distorsión o pérdida de la vista en un ojo o deterioro de la percepción del color y visión borrosa.
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Lenguaje; pueden presentar “disartrias”, que genéricamente, son errores de la articulación de las palabras, que no coinciden con las normas socioculturales impuestas por el ambiente, que dificultan la inteligibilidad del discurso y que se presentan a una edad en la que se debería tener una articulación correcta. Si la causa que produce dichos errores se encuentra a nivel del SNC, se denominan de esta forma.
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Garganta; provoca “disfagia”, es decir, dificultad en la deglución de los alimentos.
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Músculos esqueléticos; espasticidad (mantiene los músculos permanentemente contraídos), debilidad muscular y dificultad para caminar o realizar tareas que requieren coordinación, espasmos musculares, etc. Todos estos síntomas se denominan “ataxia”, que puede llegar a afectar tanto a miembros superiores como inferiores, a dar problemas de dicción, etc. Todo esto causando interferencias entre la enfermedad y las actividades de la vida diaria.
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En cuanto a sensaciones; se pierden muchas de ellas, provoca hormigueo por todo el cuerpo y la persona se vuelve hipersensible al calor.
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Intestino; pérdida de control intestinal, diarrea o estreñimiento.
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Y por último, el sistema urinario; pérdida del control de la vejiga.
Efectos del ejercicio físico
Debido a la hipersensibilidad al calor, las personas afectadas por EM, experimentan sensación de malestar al realizar actividad física si no la realizan en unas condiciones adaptadas.
Esto puede desembocar en un abandono del ejercicio físico y llevar a la persona a la pérdida de capacidad física.
Los efectos del ejercicio físico deben encaminarse hacia una mejora en la vida diaria de las personas con EM y son, en resumen:
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Mejora de las capacidades físicas, especialmente la flexibilidad y la fuerza.
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Reduce la ansiedad y la depresión, aumentando la sensación de bienestar.
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Aumenta la autonomía personal.
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Mejora de la coordinación y equilibrio.
Parámetros de evaluación y clasificación
La primera pauta a seguir, es la evaluación de la persona afectada, incluyendo:
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Breve historial sobre las actividades de la vida diaria que realiza.
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Los efectos específicos de la enfermedad sobre la deambulación, equilibrio, coordinación y fuerza.
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Un electrocardiograma y una revisión de la capacidad cardiopulmonar mediante una prueba de esfuerzo en la que se realice un ejercicio del gusto del afectado, con el fin de estimar el consumo máximo de oxígeno (VO2máx) y el índice de esfuerzo percibido.
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Una prueba muscular manual o una evaluación independiente realizada por un fisioterapeuta para medir la forma física en personas con un bajo grado de incidencia de la enfermedad.
Programa de intervención
Los programas de ejercicio deben estar diseñados para activar los grandes grupos musculares de forma segura, evitando el uso excesivo y bloqueo de la conducción cuando la debilidad está presente.
Es preferible un buen equilibrio entre ejercicio físico y descanso, que la inmovilidad para reducir la fatiga y sus efectos.
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Las personas con EM pueden realizar ejercicios aeróbicos de forma segura, y el resultado es mayor aptitud. Los beneficios secundarios son la reducción de la depresión y la ansiedad, así como una mayor sensación de bienestar. El ritual de ejercicio permite a una persona con EM a ser proactivos. Mejorar el estado físico disminuye la morbilidad resultante de las enfermedades cardiovasculares y otras enfermedades que se desarrollan como consecuencia de la inmovilidad
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Otros ejercicios que aumenten el rango de movimiento, tales como Thai Chi o el yoga, pueden ser muy eficaces. Como los ejercicios de fuerza y los de resistencia del peso del propio cuerpo. Estas actividades pueden ayudar a mantener la fuerza necesaria para llevar a cabo las funciones esenciales de todos los días.
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Las actividades acuáticas son en teoría útiles para mantener y/o mejorar el equilibrio, la coordinación y el estado funcional.